miércoles, 14 de agosto de 2013


Ten fe, Dios SIEMPRE provee

Cuando Jorge y yo llegamos a Connecticut desde Puerto Rico, vinimos con una gran encomienda departe de Dios.   Eso fue hace 18 años.   Llegamos con $400.00 dólares en los bolsillos y nuestro bebé de un añito tremendamente enfermo.  Sucedieron muchas cosas, sufrimos muchos dolores, era la primera vez que nos separábamos de nuestras hijas que se quedaron en Puerto Rico porque ya estaban casadas.   El idioma era una barrera triste y lastimosa y la ausencia de la patria, la familia, los amigos y vecinos nos arropaba el alma.   Sin embargo había una fuerza poderosa que nos empujaba a seguir a no decaer en nuestro empeño en proteger a nuestro ángel enviado a nuestras manos directamente desde las manos de Dios.  Las experiencias fueron infinitas pero hoy quiero contarles ésta en particular, porque quiero que tengas fe y que sepas que Dios siempre está en el  asunto.  Como llegamos con poco dinero, al par de meses estábamos prácticamente sin nada, pero comenzó a suceder algo extraño.  Cuando necesitábamos dinero para pañales o para la fórmula para el niño, Jorge salía a caminar y de manera increíble encontraba dinero tirado en la calle.  Un día necesitábamos pañales y vino un billete  de $10.00 y se le pegó del zapato,  así sucesivamente cuando necesitábamos algo para el niño aparecía el dinero. En nuestra primera navidad aparte del dolor de la ausencia y el anhelo ferviente de regresar a la patria también nos molestaba el hecho de no tener con que preparar nuestra primera cena navideña, había muy poquito dinero quizás tal vez para un galoncito de leche, Jorge se fue a buscarlo pero en un recoveco de un edificio se encontró enrrolladitos  $35.00.  ¡Ahh, nuestra primera cena de navidad! provista maravillosamente por un Dios que nos dio una encomienda y que nunca nos ha desamparado. No pierdas la fe, aunque las cosas no pinten bien puedes estar segur@ que Dios está en el asunto!!!!!! Bendicionessss!!!!!

domingo, 11 de agosto de 2013



Aplausos

En el equipaje que se me permitió traer en mi viaje a la vida, se coló así de pura casualidad un estuche con las notas musicales.   Venia alojado en mi alma con una conexión directa a mi  garganta.  Desde que tengo uso de razón ese regalo hermoso ha deleitado mi vida.  En mis momentos de más angustia, cuando se supone que la tristeza me domine y me derrote, me he sorprendido a mí misma  cantando. Siempre me preguntaba cómo era posible que automáticamente se me zafara alguna estrofa  furtiva en momentos de profundo dolor. Mi amigo Roberto me aclaró la situación, me dijo que era un mecanismo de defensa  inconsciente del cerebro para desembarazarse de situaciones que atentaban contra la salud del cuerpo.  “Lógico”, pensé.  Lo cierto del caso es que desde niña y durante toda mi vida he soñado con  el gran aplauso.  A esta etapa de mi vida he recibido muchas satisfacciones y alegrías pequeñas y  muy privadas, sí, tengo un pequeñísimo y exclusivo fan club.    Las pocas veces que he tenido el privilegio de cantarle a alguien (casi siempre en dolor) he visto una maravillosa reacción.  Sé que mi voz ha llegado profundo y ha sido de aliento.  En mi trabajo atendemos pacientes afectados  por el Alzheimer,  a estos pacientes la cruel enfermedad les roba hasta los recuerdos.  Hoy mientras conducía con uno de mis pacientes en el asiento trasero comencé a cantar una canción, esta vez no lo hice por costumbre o casualidad, lo hice con toda la intención de que mi amigo recordara esa antigua y hermosa  canción que seguramente traería uno que otro recuerdo a su mente afectada.  Él se mantuvo en silencio, yo pensé que él estaba perdido en su mundo habitual y que ni siquiera me estaba escuchando.  Canté con el alma, mi voz clara, nítida, armoniosa, cuidando cada nota, deleitándome en cada entonación.  Al finalizar hubo unos segundos de completo y ceremonioso   silencio y pensé,   “Ah, él no me escucho”.    Repentinamente  se rompe el silencio tras de mí con un efusivo y emocionante  aplauso,  Me sentí agradecida, por la oportunidad que Dios me da de servir, porque puedo usar mis talentos en favor de otros, porque finalmente en mi  vida he recibido los mejores aplausos , esos que vienen del alma con sentimiento genuino, ese aplauso de doble vía, donde el que lo recibe se siente abrazado y el que lo da expresa su gratitud en profundo amor!!!!