viernes, 21 de julio de 2017

Amado Cáncer Capítiulo 4


Amado Cáncer          Capítulo 4




El velorio del abuelo estubo muy concurrido,  Habiendo vivido tantos años en aquel lugar era completamente conocido por todos.  Hablaban de sus hazañas, de como organizó a los vecinos el día en que creció la quebrada y los niños, que venían de la escuela, quedaron atrapados del otro lado. Todos los hombres del barrio, comandados por Don Luciano se reunieron a la orilla de la quebrada.   Varios de ellos se tiraron al agua  luchando contra la fuerte corriente y lograron pasar al otro lado.  Úrsula que caminaba sola por el camino estaba tremendamente asustada por que ella sabía que había estado lloviendo copiosamente y en su mente infantil no podia decifrar cómo haría para pasar la quebrada crecida.  Sintió un gran alivio cuando de lejos pudo ver la esbelta figura del abuelo, esperándola con todos los hombres del barrio. Él para ella era un heroe, su gran heroe.  De un lado al otro lanzaron una soga y uno por uno fueron pasando a todos los niños sanos y salvos. Ella también se agarró de la soga temblorosa de miedo y de frio, Escoltada por un vecino comenzó a cruzar horrorizada,  sintiendo que en cualquier momento la corriente la llevaría quebrada abajo, pero las palabras del abuelo le contagiaban valor y confianza. – Camina mi’ja, no te sueltes de la soga, estamos aquí contigo, no te dejaremos ir. -  Úrsula llegó por fin hasta los mojados brazos del abuelo entonces supo que todo estaría bien.  
No todos los que asistieron al velorio llevaban buenas intenciones. No faltaban los mozos que se acercaban a Úrsula para darle    “su más sentido pésame”. Algunos,  someramente dejaron entrever sus malas intenciones.     

Rosario, su madre, había viajado desde Estados Unidos para darle el ultimo adios a su padre.  En realidad a Úrsula le hubiese gustado que Rosario llegara para la muerte de la abuela o mejor aún, antes de que la abuela muriera.   Úrsula había sido testigo toda su vida de aquella gran nostalgia sufrida permanentemente por sus abuelos, Testigo de tanto dolor reflejado en sus rostros al hablar de su única hija y aquellas esperanzas siempre fallidas de que Rosario regresara para poder abrazarla aunque fuera una vez más. Pero Rosario decía que la vida en New York era bastante difícil y complicada. En su trabajo les daban a regañadientes tiempo para ausentarse sólo en las emergencias. Las enfermedades de los abuelos no eran emergencia. La muerte sí lo era. Así que a los pobres abuelos les tocó morir sin poder cumplir su más grande anhelo que era tocar y besar el rostro de su hija. Rosario acostumbrada ya a la vida Neoyorquina, prefirió quedarse rindiendole pleitesía a Mamón y a sus propias necesidades. Lo importante ahora para Rosario era tomar la más conveniente decision respecto a su hija Úrsula.  Su compañero se oponía tenazmente a recibirla en su hogar donde él era dios y Rosario la esclava. Además, ya Úrsula era toda una señorita y (según Rosario) debía aprender a valerse por sí misma.

No obstante, con aparente desgano le propuso a su hija que viajara con ella a Estados Unidos.   Úrsula conociendo la opresión brutal que sufría su madre a manos de su compañero rechazó su oferta diciendole- No mami, ¿sabes qué? Yo prefiero quedarme aquí un tiempo más.--  Rosario casi salta del gusto con la decision de su hija;  esa decision de Úrsula le evitaba muchos contratiempos y  muchas dolorosas peleas con su compañero.   

El momento de la despedida del abuelo frente a su tumba, marcabaun cambio total y drástico en la vida de Úrsula.  Ahí en esa tumba, dejaba guardado su segundo más grande tesoro y ahora su vida había perdido toda importancia. Aunque con la experiencia de cuidar a sus abuelos enfermos se había fortalecido. Ya la niñez le había cedido el paso a una jóven madura que estaba tratando de analizar y comprender los recientes sucesos de su vida.  Ya no podia contar con nadie, ni siquiera con ese ser que la trajo al mundo. Algunas veces Úrsula pensaba que Rosario era demasiado egocentrista y otras veces la veía como una victima más de las circunstancias o tal vez de sus propias decisiones que al parecer siempre estaban herradas. De cualquier modo estaba sola, indefensa preguntándose cómo había sido posible que el abuelo al hubiera dejado abandonada sabiendo que él era su único apoyo.    --¿Por qué te me fuiste abuelo? gemia frente a su tumba – Raquel su compañera de estudios la abrazo fuertemente mientras la consolaba diciéndole;--Él no estará más físicamente pero te quedan sus enseñanzas; eso te dará fuerzas para continuar.   Si quieres, cuando tu mamá regrese a New York yo te puedo acompañar por unos días. –La verdad… te lo voy a agradecer mucho—le contestó una Úrsula  totalmente compunjida.  

Un día después del entierro del abuelo, Rosario regresó a su hogar en New York dejando tranquilamente a Úrsula acompañada de Raquel. Esa noche las dos jovencitas se fueron a la habitación de los abuelos  y comenzaron a husmear en los tesoros de vida que el abuelo y la abuela habían dejado guardados en dos viejos baúles.  Con manos temblorosas y ojos anegados en llanto Úrsula intrdujo la llave que la transportaría a la magica vida maravillosa de aquel hombre y aquella mujer que no siempre fueron viejos, aquellos seres que se amaron con gran pasión, que se hicieron (como dice la biblia) una sola carne disfrutando como cualquier ser humano de las mieles del sexo.   Les parecía increíble haber encontrado entre las pertenencias de la abuela ropa interior demasiado sugestiva, una baby doll roja y además transparente. --¿Cómo? Yo no puedo creer que mi abuelita usara esto, gritaba Úrsula sorprendida y a su vez esbozando una medio sonrisa nerviosa. Raquel la miraba divertida de ver cómo Úrsula había descubierto que su abuelita alguna vez fue también mujer.  Luego se apaciguó al encontrar tapetes hermosamente bordados por las artísticas manos de la abuelita. –Esta abuela sí que era una artista. Qué trabajo más delicado, que bien lo hacía.—comentó Úrsula con orgullo. Algunos de estos tapetes mostraban paisajes enteros con damas de grandes sombreros  que les cubrían el rostro, otros, los más sencillos, floreados, bordados en punto de cruz y con una puntilla fina rematando en los bordes.  También encontraron dos fundas almohadas con las inscripciones “Él y Ella”. Había entre esos tesoros tres tazas de porcelana con una tetera que le hacía juego, pintadas a mano y terminadas muy finamente con ribetes de oro  en el borde.     Úrsula y Raquel estaban verdaderamente admiradas ante estos tesoros simples que se guardaron durante toda una vida para un momento especial que nunca llegó. Casi al fondo del baúl se toparon con la gota que derramó el vaso: Muy bien guardado y protegido  estaba el vestido de novia de la abuela:  --¡Mira esto, mira que maravilla!   La verdad que no recordaba que la abuela todavía conservaba su vestido de novia. No me atrevo a tocarlo por miedo a que se me deshaga en las manos.-  --Ambas boquiabiertas comenzaron a desdoblar con sumo cuidado aquel vestido que había sido testigo  del cumplimiento cabal de una promesa que se había pronunciado más de cincuenta años atrás. Lo colocaron sobre la cama para poder distinguir en detalle la calidad y la magestuosidad de la prenda. Su corte denotaba la elegancia y el porte que debió tener la abuela a sus veinte años. El tiempo sobre la tela de satin y encaje había dejado huellas indelebles y había tornado la blanca pureza y la fortaleza del género  en una amarillenta y débil pieza,  pero vibrante de felicidad por que siempre estubo  entrelazada a la más sólida historia de amor, en un recuerdo tangible pero lastimosamente inusable. Cuanto le hubiese gustado a Úrsula poder usarlo en su día de bodas pero  el vestido al igual que los abuelos había muerto y allí frente a ellas estaba sólo como testimonio de aquello que fue el más grande amor.  En el otro baúl encontraron los recuerdos del abuelo, pero lo más que le impresionó a Úrsula y a Raquel fue una vieja escopeta con todo y municiones y una viejas mancuernas que habían pertenecido al bisabuelo de Úrsula. El “esmoquin” del abuelo, acompañado de su corbata de líneas grises  estilo “Ascot”, como era la usanza en las ocasiones especiales de los caballeros más elegantes de aquella época.   Todo el recorrido a través de los baúles del recuerdo terminó de madrugada y allí mismo, en la cama de los abuelos ambas cayeron vencidas por el sueño.

Un inesperado crugir de hojas secas alrededor de la casa despertó a Raquel, quien temblosora comenzó a sacudir a Úrsula para despertarla.  --¡Úrsula, Úrsula despierta! alguien está merodeando alrededor de la casa. –Úrsula se despertó sobresaltada. Su corazón palpitaba a su máxima capacidad. Tan asustada estaba que creía que sus latídos podían ser escuchados desde afuera. El temblor en sus extremidades casi no le permitía salir de la cama. Cada Segundo era eterno, como a cámara lenta. Mientras tanto, Raquel buscaba y rebuscaba desesperada en el baúl del abuelo tirando cosas de un lado a otro. —Raquel, Raquel ¿ qué haces?—preguntó Úrsula a sovoz. – Estoy buscando… ¡Ah, ya lo encontré! – le dijo sacando la escopeta del abuelo. –Oyeeee, ¿estás loca?  Tu no sabes cómo disparar eso, susurraba Úrsula. Los pasos de los sujetos se escuchaban acercándose, comenzando a subir lentamente las escaleras. Un cuchicheo de voces masculinas y risas maliciosas transformaron el miedo de las jóvenes en rabia: --Ahora verás cómo se les quita la pocavergüenza a estos bandoleros, dijo Raquel furiosa. –¡Noooo…! Esa escopeta no se usa hace mucho tiempo. Es imposible que te pueda funcionar sin que te salga el tiro por la culataaaa—le insistía Úrsula. –¡Que se fastidie… mejor muerta que violada! – Pero es que no está ¡cargadaaaa! suplicaba Úrsula.  Sin escuchar más, Raquel sacó el cañón de la escopeta por un hueco de la ventana de madera y sin poder ver su objetivo sopló un tiro que automáticamente la empujó  violentamente de espaldas sobre la cama. Si rápido sonó el disparo más rápido salieron corriendo como gallinas los mozalbetes.  Úrsula,  al ver a Raquel tirada sobre la cama con cara de espanto y con la escopeta mirando hacia el techo no le costó más remedio que lanzar sendas carcajadas hasta que le dolieron las tripas, los riñones y la espalda. Hacía mucho, muchísimo tiempo que no se reía tanto.

 Ya casi despuntaba el alba, así que las chicas se fueron a la cocina a preparar chocolate Cortés con queso de bola holandés y a comer galletas Xport sodas con mantequilla. Mientras desayunaban Úrsula tomó una decision: --Raquel, ¿Sabes qué? ya me decidí; me voy a Estados Unidos. No importa que mi mama no me quiera en su casa, voy a vivir independiente. Con el dinero que reúna de las ventas de los animales y de la casa podré vivir un tiempo mientras termino mis estudios . –¿Estás segura de que eso es lo que deseas hacer? Preguntó Raquel.   –Me gustaría poder quedarme en mi campo, pero la verdad es que las cosas ya no son como cuando yo estaba pequeña. Tú tienes que regresar a tu casa y yo no quiero tener que disparar esa escopeta, Jajajajaja.

jueves, 6 de julio de 2017

Amado Cáncer Capítulo 3

 
Amado Cáncer           Capítulo 3

La casa sin la abuela se había convertido en un laberinto sombrío. Todo lo que se escuchaba eran pasos lentos, tristes, como si las palabras y la vida normal obstaculizaran el recuerdo y la escencia sutíl   que se había quedado impregnando las frías paredes de la inmensa casona.  Úrsula sintió la ausencia de la abuela hasta el más recóndito lugar de su alma, pero el abuelo…, él sí se quedó huerfano. Deambulaba por la casa siempre acongojado, arrastrando los retazos de vida que le quedaban.  De noche lloraba como un niño que reclama la atención de la madre.  -Abuelo, ͟ otra vez llorando ¡ Ay no mija,  quien  dijo- no, no estoy llorando , es que los ojos se me cansan y lagrimean.

Si supieras abuelo que yo puedo sentir el olor del perfume de abuelita. Es casi como si ella estuviese aquí.

- Sí mija , ella está aquí, nunca se ha ido, mientra ella esté en nuestros recuerdos,  y en nuestra alma ella seguirá viviendo. Abuelito tu no crees que a mi abuelita no le hubiera gustado que nosotros estuviesemos inmersos en esta tristeza tan grande. Eso no es vida abuelito y nosotros estamos vivos y a mi abuelita le gustaria vernos bien, sabemos que por ahora no podemos  estar totalmente felices pero si intentando vivir e intentando llegar a una normalidad razonable.-

-Ya para mí no existe la vida normal mija, tal vez para ti que estás llena de juventud, pero a mi solo me queda esperar a que venga la muerte a rescatarme de esta angustia. -- Abuelito no seas egoísta. ¿No piensas en mí? Yo te necesito, imagínate qué haría sin ti, sola en esta inmensa casona, sola con mis fantasmas y peor aún, asechada por los bandoleros de este campo que faltando tu, no perderían tiempo en molestarme .  No abuelo, no tienes permiso de morirte.  Además ya está bueno de lloraderas, no pienses en que abuelita se ha ido, solo piensa en los momentos lindos que pasamos a su lado, ya tendremos tiempo de reunirnos todos otra vez, la vida no termina con la muerte abuelito, ahi es que comienza.  Estamos aquí, tenemos que seguir viviendo, si, abuelito viviendo como siempre. Mira, para que te contentes te prometo que mañana te voy a preparar un sancocho de patitas de cerdo con un arrocito blanco  como el que te hacía mi abuelita, verás que me va a quedar igual de sabroso, ella me enseñó a prepararlo y te vas a chupar hasta los dedos de los pies, jajajaja. ¿Está bien?   Anda abuelito acuestate a dormir que mañana será otro día. Bendición abuelo, duerme bien.-     -Dios te bendiga mija,- respondió el abuelo con voz dolida y entrecortada mientras cabizbajo caminaba hacia su habitación.

La mañana llegó hermosa en todo su esplendor y Ursula decidida a hacer la vida del abuelo más llevadera se despojó a propósito de su usual tristeza. Abrió todas las ventanas  y puertas de la casa permitiendo que entraran los tímidos rayos de sol a calentar el hogar que había estado dormido desde que la abuela se fue.  Abrió la ventana del fregadero   respiró profundo para llenarse  los pulmones de la tierna y fresca brisa del mes de noviembre y dio gracias a Dios, a la vida y a la naturaleza por estar viva.  Después comenzó a sonar cacerolas y ollas en la cocina. El aroma del café se extendió fluyendo a su antojo por toda la casa, como una ninfa que llevaba en sus brazos  miles de  recuerdos agradables.  Entonces por primera vez en mucho tiempo, encendió la radio y hubo música, relatos, poesías que impregnaron la casa de normalidad y esperanzas renovadas de vivir.  En medio de su nueva actitud positiva volvió a sentir  ese aroma tan particular del perfume de la abuela. No hubo cabello en su cuerpo que no se le erizara. Salió corriendo a contarselo a su abuelo creyendo que era una experiencia extrasensorial. Mientras más se acercaba a la habitación, más fuerte sentía el olor. Casi podria asegurar que en cualquier momento se encontraría con la abuela de frente. Por un breve momento permitió que su mente divagara rescatando a su abuela de la tumba para entre sollozos de felicidad tirarse en sus brazos mullidos y cálidos.  Así entre esa mezcla de esperanza vana y deseos imposibles, se asomó a la puerta de la habitación del abuelo que asustado como un niño travieso escondía el frasco de perfume que había estado esparciendo por la habitación.  De primera intención Úrsula quiso reclamarle pero, al ver sus ojos anegados en llanto no pudo más que abrazarlo tiernamente como la abuela misma la hubiese abrazado a ella.

 El abuelo nunca dejó de llorar por la pérdida de su gran amor, su compañera de toda la vida. La pena lo fue consumiendo lentamente, día a día.  Una noche, su amada Ana llegó hasta él vestida de gala. Extendiendole sus brazos le preguntó que si él quería acompañarla  y él inmerso en una inefable alegría, le contestó, -¡Sí… acepto!  Dejó su cuerpo dormido sobre la cama y de la misma manera como hicieron en su temprana juventud se escaparon juntos a vivir su eternidad .