domingo, 11 de agosto de 2013



Aplausos

En el equipaje que se me permitió traer en mi viaje a la vida, se coló así de pura casualidad un estuche con las notas musicales.   Venia alojado en mi alma con una conexión directa a mi  garganta.  Desde que tengo uso de razón ese regalo hermoso ha deleitado mi vida.  En mis momentos de más angustia, cuando se supone que la tristeza me domine y me derrote, me he sorprendido a mí misma  cantando. Siempre me preguntaba cómo era posible que automáticamente se me zafara alguna estrofa  furtiva en momentos de profundo dolor. Mi amigo Roberto me aclaró la situación, me dijo que era un mecanismo de defensa  inconsciente del cerebro para desembarazarse de situaciones que atentaban contra la salud del cuerpo.  “Lógico”, pensé.  Lo cierto del caso es que desde niña y durante toda mi vida he soñado con  el gran aplauso.  A esta etapa de mi vida he recibido muchas satisfacciones y alegrías pequeñas y  muy privadas, sí, tengo un pequeñísimo y exclusivo fan club.    Las pocas veces que he tenido el privilegio de cantarle a alguien (casi siempre en dolor) he visto una maravillosa reacción.  Sé que mi voz ha llegado profundo y ha sido de aliento.  En mi trabajo atendemos pacientes afectados  por el Alzheimer,  a estos pacientes la cruel enfermedad les roba hasta los recuerdos.  Hoy mientras conducía con uno de mis pacientes en el asiento trasero comencé a cantar una canción, esta vez no lo hice por costumbre o casualidad, lo hice con toda la intención de que mi amigo recordara esa antigua y hermosa  canción que seguramente traería uno que otro recuerdo a su mente afectada.  Él se mantuvo en silencio, yo pensé que él estaba perdido en su mundo habitual y que ni siquiera me estaba escuchando.  Canté con el alma, mi voz clara, nítida, armoniosa, cuidando cada nota, deleitándome en cada entonación.  Al finalizar hubo unos segundos de completo y ceremonioso   silencio y pensé,   “Ah, él no me escucho”.    Repentinamente  se rompe el silencio tras de mí con un efusivo y emocionante  aplauso,  Me sentí agradecida, por la oportunidad que Dios me da de servir, porque puedo usar mis talentos en favor de otros, porque finalmente en mi  vida he recibido los mejores aplausos , esos que vienen del alma con sentimiento genuino, ese aplauso de doble vía, donde el que lo recibe se siente abrazado y el que lo da expresa su gratitud en profundo amor!!!!      

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