Amado Cáncer Capítulo 4
El velorio del abuelo estubo muy
concurrido, Habiendo vivido tantos años
en aquel lugar era completamente conocido por todos. Hablaban de sus hazañas, de como organizó a
los vecinos el día en que creció la quebrada y los niños, que venían de la
escuela, quedaron atrapados del otro lado. Todos los hombres del barrio,
comandados por Don Luciano se reunieron a la orilla de la quebrada. Varios de ellos se tiraron al agua luchando contra la fuerte corriente y
lograron pasar al otro lado. Úrsula que caminaba
sola por el camino estaba tremendamente asustada por que ella sabía que había
estado lloviendo copiosamente y en su mente infantil no podia decifrar cómo
haría para pasar la quebrada crecida.
Sintió un gran alivio cuando de lejos pudo ver la esbelta figura del
abuelo, esperándola con todos los hombres del barrio. Él para ella era un
heroe, su gran heroe. De un lado al otro
lanzaron una soga y uno por uno fueron pasando a todos los niños sanos y salvos.
Ella también se agarró de la soga temblorosa de miedo y de frio, Escoltada por
un vecino comenzó a cruzar horrorizada, sintiendo que en cualquier momento la
corriente la llevaría quebrada abajo, pero las palabras del abuelo le
contagiaban valor y confianza. – Camina mi’ja, no te sueltes de la soga,
estamos aquí contigo, no te dejaremos ir. -
Úrsula llegó por fin hasta los mojados brazos del abuelo entonces supo
que todo estaría bien.
No todos los que asistieron al velorio
llevaban buenas intenciones. No faltaban los mozos que se acercaban a Úrsula para
darle “su más sentido pésame”.
Algunos, someramente dejaron entrever
sus malas intenciones.
Rosario, su madre, había viajado desde Estados
Unidos para darle el ultimo adios a su padre.
En realidad a Úrsula le hubiese gustado que Rosario llegara para la
muerte de la abuela o mejor aún, antes de que la abuela muriera. Úrsula había sido testigo toda su vida de
aquella gran nostalgia sufrida permanentemente por sus abuelos, Testigo de
tanto dolor reflejado en sus rostros al hablar de su única hija y aquellas
esperanzas siempre fallidas de que Rosario regresara para poder abrazarla
aunque fuera una vez más. Pero Rosario decía que la vida en New York era
bastante difícil y complicada. En su trabajo les daban a regañadientes tiempo
para ausentarse sólo en las emergencias. Las enfermedades de los abuelos no
eran emergencia. La muerte sí lo era. Así que a los pobres abuelos les tocó
morir sin poder cumplir su más grande anhelo que era tocar y besar el rostro de
su hija. Rosario acostumbrada ya a la vida Neoyorquina, prefirió quedarse
rindiendole pleitesía a Mamón y a sus propias necesidades. Lo importante ahora
para Rosario era tomar la más conveniente decision respecto a su hija
Úrsula. Su compañero se oponía
tenazmente a recibirla en su hogar donde él era dios y Rosario la esclava.
Además, ya Úrsula era toda una señorita y (según Rosario) debía aprender a
valerse por sí misma.
No obstante, con aparente desgano le propuso a
su hija que viajara con ella a Estados Unidos.
Úrsula conociendo la opresión brutal que sufría su madre a manos de su
compañero rechazó su oferta diciendole- No mami, ¿sabes qué? Yo prefiero
quedarme aquí un tiempo más.-- Rosario
casi salta del gusto con la decision de su hija; esa decision de Úrsula le evitaba muchos
contratiempos y muchas dolorosas peleas
con su compañero.
El momento de la despedida del abuelo frente a
su tumba, marcabaun cambio total y drástico en la vida de Úrsula. Ahí en esa tumba, dejaba guardado su segundo
más grande tesoro y ahora su vida había perdido toda importancia. Aunque con la
experiencia de cuidar a sus abuelos enfermos se había fortalecido. Ya la niñez
le había cedido el paso a una jóven madura que estaba tratando de analizar y comprender
los recientes sucesos de su vida. Ya no
podia contar con nadie, ni siquiera con ese ser que la trajo al mundo. Algunas
veces Úrsula pensaba que Rosario era demasiado egocentrista y otras veces la
veía como una victima más de las circunstancias o tal vez de sus propias decisiones
que al parecer siempre estaban herradas. De cualquier modo estaba sola,
indefensa preguntándose cómo había sido posible que el abuelo al hubiera dejado
abandonada sabiendo que él era su único apoyo. --¿Por qué te me fuiste abuelo? gemia
frente a su tumba – Raquel su compañera de estudios la abrazo fuertemente
mientras la consolaba diciéndole;--Él no estará más físicamente pero te quedan
sus enseñanzas; eso te dará fuerzas para continuar. Si quieres, cuando tu mamá regrese a New
York yo te puedo acompañar por unos días. –La verdad… te lo voy a agradecer
mucho—le contestó una Úrsula totalmente
compunjida.
Un día después del entierro del abuelo, Rosario
regresó a su hogar en New York dejando tranquilamente a Úrsula acompañada de
Raquel. Esa noche las dos jovencitas se fueron a la habitación de los
abuelos y comenzaron a husmear en los
tesoros de vida que el abuelo y la abuela habían dejado guardados en dos viejos
baúles. Con manos temblorosas y ojos
anegados en llanto Úrsula intrdujo la llave que la transportaría a la magica
vida maravillosa de aquel hombre y aquella mujer que no siempre fueron viejos,
aquellos seres que se amaron con gran pasión, que se hicieron (como dice la
biblia) una sola carne disfrutando como cualquier ser humano de las mieles del
sexo. Les parecía increíble haber
encontrado entre las pertenencias de la abuela ropa interior demasiado
sugestiva, una baby doll roja y además transparente. --¿Cómo? Yo no puedo creer
que mi abuelita usara esto, gritaba Úrsula sorprendida y a su vez esbozando una
medio sonrisa nerviosa. Raquel la miraba divertida de ver cómo Úrsula había
descubierto que su abuelita alguna vez fue también mujer. Luego se apaciguó al encontrar tapetes
hermosamente bordados por las artísticas manos de la abuelita. –Esta abuela sí
que era una artista. Qué trabajo más delicado, que bien lo hacía.—comentó Úrsula
con orgullo. Algunos de estos tapetes mostraban paisajes enteros con damas de
grandes sombreros que les cubrían el
rostro, otros, los más sencillos, floreados, bordados en punto de cruz y con
una puntilla fina rematando en los bordes.
También encontraron dos fundas almohadas con las inscripciones “Él y
Ella”. Había entre esos tesoros tres tazas de porcelana con una tetera que le
hacía juego, pintadas a mano y terminadas muy finamente con ribetes de oro en el borde.
Úrsula y Raquel estaban verdaderamente
admiradas ante estos tesoros simples que se guardaron durante toda una vida
para un momento especial que nunca llegó. Casi al fondo del baúl se toparon con
la gota que derramó el vaso: Muy bien guardado y protegido estaba el vestido de novia de la abuela: --¡Mira esto, mira que maravilla! La
verdad que no recordaba que la abuela todavía conservaba su vestido de novia.
No me atrevo a tocarlo por miedo a que se me deshaga en las manos.- --Ambas boquiabiertas comenzaron a desdoblar
con sumo cuidado aquel vestido que había sido testigo del cumplimiento cabal de una promesa que se
había pronunciado más de cincuenta años atrás. Lo colocaron sobre la cama para
poder distinguir en detalle la calidad y la magestuosidad de la prenda. Su
corte denotaba la elegancia y el porte que debió tener la abuela a sus veinte
años. El tiempo sobre la tela de satin y encaje había dejado huellas indelebles
y había tornado la blanca pureza y la fortaleza del género en una amarillenta y débil pieza, pero vibrante de felicidad por que siempre
estubo entrelazada a la más sólida
historia de amor, en un recuerdo tangible pero lastimosamente inusable. Cuanto
le hubiese gustado a Úrsula poder usarlo en su día de bodas pero el vestido al igual que los abuelos había
muerto y allí frente a ellas estaba sólo como testimonio de aquello que fue el
más grande amor. En el otro baúl encontraron
los recuerdos del abuelo, pero lo más que le impresionó a Úrsula y a Raquel fue
una vieja escopeta con todo y municiones y una viejas mancuernas que habían
pertenecido al bisabuelo de Úrsula. El “esmoquin” del abuelo, acompañado de su
corbata de líneas grises estilo “Ascot”,
como era la usanza en las ocasiones especiales de los caballeros más elegantes
de aquella época. Todo el recorrido a
través de los baúles del recuerdo terminó de madrugada y allí mismo, en la cama
de los abuelos ambas cayeron vencidas por el sueño.
Un inesperado crugir de hojas secas alrededor de
la casa despertó a Raquel, quien temblosora comenzó a sacudir a Úrsula para
despertarla. --¡Úrsula, Úrsula
despierta! alguien está merodeando alrededor de la casa. –Úrsula se despertó
sobresaltada. Su corazón palpitaba a su máxima capacidad. Tan asustada estaba
que creía que sus latídos podían ser escuchados desde afuera. El temblor en sus
extremidades casi no le permitía salir de la cama. Cada Segundo era eterno,
como a cámara lenta. Mientras tanto, Raquel buscaba y rebuscaba desesperada en
el baúl del abuelo tirando cosas de un lado a otro. —Raquel, Raquel ¿ qué
haces?—preguntó Úrsula a sovoz. – Estoy buscando… ¡Ah, ya lo encontré! – le dijo
sacando la escopeta del abuelo. –Oyeeee, ¿estás loca? Tu no sabes cómo disparar eso, susurraba
Úrsula. Los pasos de los sujetos se escuchaban acercándose, comenzando a subir
lentamente las escaleras. Un cuchicheo de voces masculinas y risas maliciosas
transformaron el miedo de las jóvenes en rabia: --Ahora verás cómo se les quita
la pocavergüenza a estos bandoleros, dijo Raquel furiosa. –¡Noooo…! Esa escopeta
no se usa hace mucho tiempo. Es imposible que te pueda funcionar sin que te
salga el tiro por la culataaaa—le insistía Úrsula. –¡Que se fastidie… mejor muerta
que violada! – Pero es que no está ¡cargadaaaa! suplicaba Úrsula. Sin escuchar más, Raquel sacó el cañón de la
escopeta por un hueco de la ventana de madera y sin poder ver su objetivo sopló
un tiro que automáticamente la empujó violentamente de espaldas sobre la cama. Si
rápido sonó el disparo más rápido salieron corriendo como gallinas los mozalbetes.
Úrsula, al ver a Raquel tirada sobre la cama con cara
de espanto y con la escopeta mirando hacia el techo no le costó más remedio que
lanzar sendas carcajadas hasta que le dolieron las tripas, los riñones y la
espalda. Hacía mucho, muchísimo tiempo que no se reía tanto.
Ya casi
despuntaba el alba, así que las chicas se fueron a la cocina a preparar chocolate
Cortés con queso de bola holandés y a comer galletas Xport sodas con
mantequilla. Mientras desayunaban Úrsula tomó una decision: --Raquel, ¿Sabes qué?
ya me decidí; me voy a Estados Unidos. No importa que mi mama no me quiera en
su casa, voy a vivir independiente. Con el dinero que reúna de las ventas de
los animales y de la casa podré vivir un tiempo mientras termino mis estudios .
–¿Estás segura de que eso es lo que deseas hacer? Preguntó Raquel. –Me gustaría
poder quedarme en mi campo, pero la verdad es que las cosas ya no son como
cuando yo estaba pequeña. Tú tienes que regresar a tu casa y yo no quiero tener
que disparar esa escopeta, Jajajajaja.