martes, 7 de marzo de 2017

LA INMORTAL


LA INMORTAL

 
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L

 
 
 
 
A INMORTAL

 "¡Hm! Matty, me parece que este antiguo espejo está comenzando a descomponerse. Esa imagen que refleja hoy luce demasiado distorsionada como para ser la tuya. ¡Condenado espejo! Tenía que descomponerse hoy; precisamente hoy que cumplo noventa años. ¡Dios mío! ¿Cómo llegué a esto? Es como si toda la vida hubiera sido sólo un sueño.

Cuánto tiempo perdido dormida en los laureles de la ignorancia. Cuánto afán, cuánta lucha. Qué inmenso trayecto he recorrido tras un no sé qué carente de forma. Ese no sé qué inexistente que algunos llaman futuro. Es un inútil correr tras una mariposa traviesa que jamás se deja alcanzar. Y al final... ¿qué queda? Una mujer a quien este espejo descompuesto le muestra una imagen vieja y desgarbada. ¿Vieja?, viejo es el viento y sopla; viejos los cerros y reverdecen. Tengo la fortaleza de un roble en pleno florecer y me niego a morir...

Ya he muerto muchas veces. Dejé mi adolescencia tendida en el monte como una hoja seca, cortando leña y cargando agua desde el pozo hasta el rancho. ¿La juventud...?, esa quedó sepultada en la pieza de caña; primero de pinche[1] y después regando abono. Pero los sábados, ¡ay, los sábados!; ese día moría inevitablemente en los inmisericordes brazos de Agustín cuando llegaba borracho. ¿Cómo es posible que alguien le pueda llamar vida a esto que, más bien, siempre tuvo fachada de purgatorio?".

Se miró en el espejo detenidamente y continuó arguyendo su extraño monólogo que se transformaba en diálogo con la Matty distorsionada del espejo. La otra Matty, la de afuera, sentía aún la lozanía de la piel y en lo profundo de su alma danzaba con gráciles pasos una hermosa adolescente de quince años:

-La Matty que vive en mí no se parece en nada a ti-le dijo a la imagen reflejada en el espejo-Eres una caricatura mal hecha, una broma pesada de algún sufrimiento viejo-La otra, la que estaba atrapada tras la frialdad alucinante del vidrio, respondió con toda la sinceridad maleada de quien está siempre a la defensiva.

 -Es verdad. No me parezco en nada a ti, pero vives en mí. Soy tu refugio y tu cárcel, el premio a la longevidad. Soy tu futuro de ayer viviendo hoy. ¡Mírate Matty! Cada surco en tu piel es un camino andado, un caminar constante sin descanso ni tregua. ¿Hacia dónde?, hacia aquí. Vives en mí Matty... y tienes que aceptarme.

-¡Espejo mentiroso! ¿Por qué tratas de engañarme? ¿Por qué me muestras ese remedo de mujer tratando de disfrazar la realidad? Eres tú espejo, el que está viejo. Los años han desgastado tus verdades y te has convertido en un mentiroso.

Dando unos pasos atrás vio cómo su imagen se reflejaba casi completamente y olvidando su desacuerdo con el espejo, exclamó horrorizada: "¡Dios mío!, mira qué panza. ¿A dónde se fue ese cuerpo monumental que atraía miradas insinuantes? ¿Quién me lo habrá robado? Agustín... sí, me lo robó Agustín. Los partos y los abortos acabaron con todo aquello. ¡Sinvergüenza, bandolero! Y encima, también se muere. Más antes se pudo haber...".

Un quejido dormido despertó en su vientre, recorrió su pecho y reventó en agonía desde su boca hasta el infinito: "No se olvida nunca a quien se ha ido. El dolor y el amor permanecen unidos eternamente en silencio, agazapados, esperando la más mínima provocación para lastimarme. Es que... lo amé tanto", musitó.

Arrastrando su muy pesada existencia se dirigió a la sala, cargando en su alma joven una pena demasiado añeja como para ser de ella. Su sala era tan modesta y sencilla como toda su casa. Poseía sólo lo necesario para su vida cotidiana. Aún así estaba invadida de grandes y poderosos recuerdos que la mantenían viva: Un baúl del 1914 (ya casi desecho) que conservaba desde que tenía 16 años, vestidos de satín y encajes, protagonistas de sueños dulcificados nunca cumplidos, cartas de un antiguo enamorado que le ofrecía liberarla de las garras de Agustín, prendas: algunas de oro, otras de fantasía fina que viajaron con ella desde su más tierna juventud hasta el ocaso. Todo a su alrededor poblaba su mundo de figuras etéreas que desvanecían su soledad sólo con recordar.

Con cierta pesadez se sentó en la mecedora y sonrió al sorprenderse musitando un nombre: ¡Agustín! Luego enmudeció cuando otro pensamiento atrajo su atención: "Oh no, pronto llegará la noche". En ese momento quiso estar acompañada. Esas sombras que-alguna vez lejanas-fueron sinónimo de amor, ahora la horrorizaban. Sin perder tiempo fue a su habitación, se miró de reojo en el espejo y balbuceó: "¡Mentiroso!". Se acomodó en la cama con su libro de oraciones y la biblia. Las primeras sombras de la noche la sorprendieron orando. Al finalizar, colocó la biblia abierta en su mesita de noche para que la protegiera de ‘ellos’. Trató de conciliar el sueño, pero un sudor frío comenzó a mojar sus sábanas y un temblor inexplicable verbeneaba  en sus entrañas. Entonces se acurrucó en posición fetal y esperó a que llegaran. Lentamente fue sometida por el cansancio y se quedó dormida.

Repentinamente un fuerte zumbido rompió la paz de su sueño. Abrió los ojos y como todas las noches, allí estaban. Los latidos de su corazón se aceleraban al máximo. Su tembloroso cuerpo permanecía a la merced de sus temibles fantasías: "¡Oh, no!, aquí están otra vez. ¡Socorro...!, ¡auxilio...!; por favor, alguien que me ayude, los disisibles me quieren llevar". Veía cómo aquellas sombras atestaban la habitación agrandándose y encogiéndose. Eran monstruos que flotaban en el aire, alrededor de su cama, se deslizaban por el suelo y caminaban hacia ella amenazantes.  Aún el reflejo de la ventana que se dibujaba en la pared anunciaba la total invasión de disisibles en la parte exterior de la casa.

Cansada ya de su perenne agonía nocturna, se armó de valor y comenzó a gritar: "¡Fuera de mi casa malditos disisibles, malditos... malditos!". Entonces, en un esfuerzo sobrehumano, Matty traspasó la barrera física, liberándose de la tremenda pesadez que la mantenía en cama. Tan enojada estaba con sus espantos nocturnos que no se dio cuenta de cómo llegó al medio de la habitación. Tan sorprendida estaba que no sabía cómo era posible que estuviera danzando con los brazos extendidos, liviana y sin dolencias. Tan confundida estaba que no se percató de cuándo ni por dónde se fueron los disisibles. ¡Tan feliz estaba que todas sus pesadillas y dolores anteriores fueron perdonados por ella!

Se acercó al espejo y se vio en la cama dormida, todavía en posición fetal. Pero ella sabía que la imagen del espejo estaba equivocada. ¿Cómo podía reflejarla en la cama si ella estaba frente a él, de pie, moviéndose?  Agitó sus brazos frente al espejo tratando de verse, pero era inútil, pues su imagen no se reflejaba. Era ahora, en este momento, cuando más necesitaba mirarse en el espejo. Sus brazos, su piel, toda ella había sufrido una metamorfosis que veía con extraordinaria claridad. Sus piernas habían adquirido la fuerza de su temprana juventud y aunque no podía verse el rostro, sentía la tersura de una piel joven: "¿Qué te pasa espejo? ¿Por qué no me reflejas ahora?" Trató de agarrarlo con fuerza para sacudirlo, pero sus manos traspasaron la vieja madera. En ese momento se dio cuenta del gran valor de su siempre incondicional espejo. Ningún ser humano conocería su rostro, a no ser por el servicio eficiente de un buen espejo: "Y ahora, ¿cómo voy a mirar mi rostro si mi espejo está descompuesto? ¡Despierta espejo, despierta!". El espejo permaneció con la misma imagen de la Matty dormida, mientras que ella, rozagante y repleta de vida, le pedía que le regalara un reflejo más: "Espejo, espejo, espejo...", Pero él nunca contestó. Hubo un momento de silencio absoluto ante el descubrimiento que recién había hecho.   Instintivamente extendió su mano derecha alcanzando una pieza de tela de satín negro y con toda la solemnidad de su alma la extendió sobre su amigo para cubrir con ella su último reflejo, la imagen de la Matty inconforme que se había quedado atrapada tras el frío cristal, congelada en el tiempo.  

Entonces, reconoció lo que había sucedido. Sí, ya no había duda alguna, este era el fin. Siempre lo había sospechado, es más, a pesar de su dolor sabía perfectamente que algún día tendría que suceder. Su amigo fiel, su compañero de toda la vida, se había terminado de descomponer. ¡Su espejo había muerto! 

 

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Modelo: Yaritza Rosa Castro



 
 
  Dedicado a  mi señora madre Doña Amelia correa cruz ,
 Quien protagonizaba  este personaje en las puestas de teatro.
Y a mi querida
                    Doña Juana Bautista Arestigueta Díaz,
                        Quien inspiró en lo más profundo de mi alma 
                el personaje de  
         Matty, La inmortal.




 

 




[1] Pinche:  Palabra que se utiliza en los campos de Puerto Rico para referirse a la persona encargada de llevarles agua a los trabajadores, especialmente a los de la caña. Generalmente utilizaban para estos menesteres a muchachos muy jóvenes, ancianos o mujeres. 

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