lunes, 29 de mayo de 2017

Amado Cáncer capítulo 2


Amado Cáncer           Capítulo 2



Carmen e Idalia repasando el libro.
La suave brisa de la montaña le trajo a Úrsula recuerdos dulces de la niñez.  Había entrado en una especie de viaje que sutilmente la llevaba a repasar y revivir su camino por la tierra paso a paso y detalladamente .  Ahora podía entender las situaciones ocultas que la llevaban hacia todos los eventos que marcaron su vida. Esas cosas que ni se entienden, ni se analizan pero que son parte fundamental del gran madato divino.  Llegó a la antigua casona de los abuelos y se sorprendió de la gran claridad con la que veía las cosas, no era un simple recuerdo, ella estaba realmente allí, aún así tenia miedo de despegar la vista de la casa para que no desapareciera como si fuera un espejismo.  Emocionada se disfrutaba los detalles de su  antigua casona.  Un rechinar llamó su atención y al volver la vista vio a sus abuelos sentados en el balcón meciendose como siempre en sus sillones de madera.     Ellos al verla se alegraron y  le dijeron “ Ay nena que bueno que llegaste de la escuela”.  Y ella salió corriendo sentándose en la falda de la abuela. Los miraba con gran ternura por que dentro de sí ella sabía que en cualquier momento tendría que despertar. Aquel  mágico lugar se hubicaba campo adentro, cuidado, resguardado por la naturaleza. Con el abuelo había aprendido a respetar a la Madre Tierra, Veía cómo  generosa daba fruto al ciento por uno y desde muy pequeña supo que esa gran abundancia que fluía de esa madre todoparidora era para ser compartida. El ser humano tenía que con respeto posserla, razgar sus entrañas, penetrar su intimidad y luego con el pasar del tiempo, como cualquier mujer poseída daba a luz el fruto anhelado. --¿La tierra es mujer, abuelo?  Definitivamente mija, no hay duda de ello., Y es nuestra gran madre, y tenemos que respetarla, amarla,  cuidarla.

 Las lecciones del abuelo eran siempre interesantes y repletas de sabiduría. Había una gran fuente de sabiduría dentro de aquel cuerpo curtido por el sol, de andar lento y pesado. Él era el huracán que comenzaba a amainar, ella, la abuela, era la luz tenue y vivificadora del nuevo amanecer o el ocaso.

 En su vida Úrsula estubo repleta de infinidad de símbolos visuales con significados sorprendentes. Todo tenia un porqué.  Sus sentidos se agudizaron al máximo haciendo de su vida en la antigua casona una inmersión a plena conciencia en el mundo oculto de las  realidades dormidas. En la casona solamente vivían sus abuelos y ella pero era un verdadero hogar donde como en todos los lugares , fluían a través del aire sueños e ilusiones y esperanzas.   Todo comenzaba en las mañanas después del cantío del gallo e inmediatamente la abuela se despertaba produciendo con gracia el sonido ritmico con las ollas en la cocina.   Luego se desplegaba en el aire perfumando el santo hogar aquel delicioso olor a café recién colado.  Nunca podía faltar el pan sobado y calientito, la mortadella y el queso de papa.    Para Úrsula nunca podia faltar el pilón en forma de mano o gallinta. Qué arte tenia la abuela para cocinar, esos olores se esparcían por todo el campo. Aún cuando Úrsula regresaba de la escuela , desde la distancia sabía que había preparado la abuela para cenar.     –Abuela hoy hiciste guineos maduros fritos, ¿verdad?, no mija, contestaba la abuela, hoy cociné morcilla, mondongo, cuajito y morcilla.  – No, no, abuelita mira que estoy hambrienta y a mi no me gusta nada que tenga que ver con las visceras de los animales-  ---Ja, ja, ja, son bromas mija, hice arroz blanco , habichuelitas guisadas pollo frito y tarannnn, guineitos maduros fritos -.  – que rico abuelita, que rico.-      



En la casona de los abuelos no había television. No era que no lo habían inventado todavía,  era que no estaba al alcance monetario de los abuelos. Además muchas personas consideraban que era una forma de perder el tiempo y realmente en las casas había mucho trabajo que hacer como para estar sentados viendo television. Algunos, como los más recatados pensaban que ese invento era el cajón del diablo y que las casas que lo poseían podían resultar embrujadas. Esta era la época donde la inventiva suplía como gran maestra todas las necesidades y la satisfacción se desbordaba como rios ante la obra hecha, fuere cual fuere. Lo que sí había era un antiguo radio donde se escuchaban las novelas del momento. La abuelita escuchaba a “Los tres Villalobos”a la 1:30 de la tarde y luego a Leonardo Moncada,”El titan de la llanura”. La voz profunda y melodiosa de Raúl Carbonel (padre) tenia suspirando a todas las mujeres del barrio. Cualquiera de ellas hubiese dado lo que no tenían por ser rescatadas por este heroe que como príncipe valiente resolvía todas las situaciones desesperantes  de la protagonista de la novela.      A juzgar por la expresión de la abuelita también vivía un secreto romance con la voz que seducía mágicamente a través del espacio.  Úrsula, de vez en cuando también derramaba su lagrimita por aquello de complacer a la abuela.  Pero lo más que disfrutaban era el programa de Don Rafael Quiñones Vidal.  Era un programa de aficionados a la música, canto y poesía. Ahí las personas tenían la oportunidad de demostrar su talento.  ¡Cuanto hubiera dado Úrsula por estar alguna vez en “Tribuna del Arte”y ganar en base a su talento una, dos o tres estrellas. Su imaginación fluía sobre la música que escuchaba con suavidad y realiasmo transportándose a “El lago azul de Ipacaraí, a la leyenda del indiecito Guaraní, a la despedida del jíbaro que abandonaba su tierra buscando un futuro mejor con su “Adios, adios Borinquen querida.”  Muchas veces se preguntaba por que alguien decidía irse de la patria si Borinquen era el mejor y más grande lugar del mundo, el único mundo que ella conocía.

De allá, de aquel campo besado por Dios , adquirió la fe y la paz que salían a su rescate cuando ella lo necesitaba. Era cierto que sus padres no estaban con ella, pero tenia a sus abuelos que eran el más grande tesoro que la vida le pudo dar.  Su padre había muerto cuando era muy pequeña y su madre viajó a Estados Unidos , como el jíbaro de la canción buscando un futuro mejor.  Allá ella encontró una nueva vida, un nuevo compañero y dos nuevos hijos.

Y Úrsula se quedó libre en el campo, llenándose el alma de sutiles verdades y goces infinitos. Su niñez y su temprana juventud transcurrian en paz, sin  penas, ni sobresaltos hasta que un diminuto comejen comenzó a perforar las entrañas de la abuela. Este roble aparentemente indestructible, que se enfrentaba ante las adversidades con aplomo y valentía, comenzaba a doblar su tronco, a desacelerar su marcha. El cancer invadió su frágil sistema rápido y sin tregua. El medico les dijo que ya no había remedio que todo era cosa de esperar el desenlace. Entonces Úrsula se hizo más grande y más fuerte. Crecida ante el suplicio de la abuela y el desmoronamiento emocional del abuelo, tomó las riendas de la familia y les devolvío con creces todos los sacrificios , desvelos y llantos convirtiéndose en su soporte.

Ya para los últimos días de la abuela, la incomodidad y el dolor se habían hecho insoportables. Algunas veces caía en un profundo letargo. Por momentos abría  sus ojos y hablaba con sus propios muertos que, decía ella, estaban a los pies de la cama visitándola. Otras veces sonreía divertida por las travesuras de los niños imaginarios que veía a su alrededor. Niños, ángeles, muertos, todo era una mezcla de confusion, escepticismo por parte de Úrsula, y a la vez deseo profundo y genuino de que allá en el lugar  celestial soñado por todos , exista la vida, la verdadera vida, donde la anhelada eternidad sea una realidad.

La abuela selló su historia con una aspiración perfunda que tuvo por retorno un postrer suspiro.  Inmediatamente se desprendió su espíritu abandonando la materia vieja e imperfecta, para recibir su nuevo cuerpo perfecto e incorruptible.

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