No existe una sola cosa en el mundo que no se convierta de una manera u otra en negocio y por consiguiente en dinero. Así es la sociedad, hemos sido entrenados para producir dinero y todo a nuestro alrededor significa “money, money, money.” Bajo ese concepto cada vez más presente en la vida diaria a veces nos olvidamos de algo importantísimo y primordial, la vida, la comodidad y los sentimientos de las personas que nos necesitan. Ha habido muchos factores para que en este mismo momento, cuando lees estas líneas haya alguien derramando lágrimas en silencio, un silencio físico que le impide expresarse, hablar, gritar. Me refiero a las personas que por una razón u otra han perdido o nunca han tenido la habilidad de valerse por ellos mismos. A veces no cuesta más remedio que llevarlos a un centro de convalecientes o a un hospital. En muchos de estos hospitales o centros proveen una atención adecuada, en otros, la costumbre y el hecho de que es una fuente de ingresos en cierto modo deshumaniza a algunas personas.
Reconozco que muchos trabajadores hacen el mayor esfuerzo por darle al paciente una buena calidad de servicio. Muchos de ellos inclusive aportan de su dinero para proveerle a los menos afortunados de cremas para la piel, shampoo y otras cosas necesarias. Desgraciadamente también he visto casos donde algunos empleados se apropian de cosas que les llevan a los pacientes. La verdad que eso da vergüenza. ¿Cómo una persona saludable, que trabaja se atreve a apropiarse de algo que le han traído a un paciente? El sufrimiento de estas personas que no se pueden valer por ellas mismas se hace más grande cuando los familiares que lo llevaron a ese hospital o centro no se toman su tiempo para visitarlo. Posiblemente piensan que esa persona está muy bien en ese lugar. La verdad de acuerdo a mi experiencia es que es fundamental la intervención de los familiares. Estar allí presente si es posible diariamente asegura que su familiar sea atendido de manera adecuada y justa. Aparte de que el paciente se va a sentir feliz y respaldado. A veces el familiar es la voz de ese paciente, es quien puede ver si algo anda mal, percibir cuan buena o mala es la atencion que se les está brindando, tomar decisiones respecto a tratamientos que a veces nisiquiera son necesarios. Es vital la intervención de un familiar en estos centros y hospitales por que realmente eso hace la gran diferencia.
Cuanto dolor hay en el alma de una madre o un padre abandonados en estos lugares por su familia bajo la excusa de que todos tienen que trabajar. ¿Dónde están esos hijos e hijas por los cuales se sacrificaron toda su vida? Hay que sacar el tiempo para visitar a los que están el estos lugares, porque la gente tiene tiempo para todo, tiene tiempo para trabajar, ver televisión, salir a las tiendas , ir a bailar, ¿porque entonces no pueden sacar un tiempo para llevarle un poquito de amor, luz y paz a los que tienen el alma lastimada en carne viva?
Hace dos años conocí un niño completamente discapacitado que vivía en un hospital que yo frecuentaba. La familia de ese niño casi nunca iba a verlo. Al menos la madre lo visitaba una vez al mes o cuando le remordía la conciencia, el padre nunca lo visitó en todos los años en que estuvo en el hospital. El niño murió y la familia fue notificada. Todos llegaron con el consabido llantén y el padre después de gritar un rato hasta se desmayó. ¿De qué le sirve al niño el llanto y los gritos de esta gente después de muerto? A la gente que se ama se le grita y se le llora en silencio, día con día, en el sacrificio, en dejar de ver la novela, en cancelar un día de baile o ir más tarde, en moverse a ayudarlo o ayudarla, en estar allí, cuando realmente lo necesite, en hacerlo que se sienta confortable, en compartir una película, unas fotos, en recordarle la vida en familia, en cantarle, compartir, ser parte del equipo de trabajo, en demostrarle todo el amor del mundo para que cuando regrese a su verdadero hogar junto a nuestro Padre celestial nuestra conciencia se quede limpia y en paz.
¿Sabes el deseo grande que tiene esa persona de verte, sentirte, poder tocar tu mano? Para ellos eso es el cielo abierto. Hay demasiado dolor rondando la tierra, cada día las lágrimas de estos seres desvalidos inundan esos centros y hospitales y desgraciadamente casi nadie está al tanto de ese dolor. La solución para calmar ese dolor está en las manos de familiares y amigos. Una vez que se hayan ido, no necesitan lamentos, ni suspiros, ni flores como dice el viejo poema, toda esa atención la necesitan mientras viven y pueden apreciar cuanto los quieres.
Definitivamente el dolor también es negocio, produce mucho dinero, a nosotros nos corresponde hacer que nuestros familiares reciban el servicio justo y adecuado que ese dinero está pagando.
Yo no quisiera lágrimas, ni suspiros, ni flores
Nada que se marchite , nada que se evapore
Quiero algo que perdure, como el recuerdo
como las oraciones
que llegue hasta Dios para que me perdone.
autor desconocido
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Comentario de facebook por Laura Boria
ResponderBorrarMuy cierta las palabras de Idalia Castro en su blog. Lean la entrada; por si sola dice demasiado y debemos recordar siempre que nuestros padres se amanecieron por nosotros; que quizas la madre de alguno dejo de trabajar para cuidarle; que nuestra madre nos vestia, banaba y limpiaba nuestra caca.... pq no devolver ese amor cuando lo necesitan. No es tanto a veces lo que piden de nosotros... a veces solo atencion y compania y una caricia.