Amado Cáncer Capítulo 2
Carmen e Idalia repasando el libro. |
La suave brisa de la montaña le trajo a Úrsula
recuerdos dulces de la niñez. Había
entrado en una especie de viaje que sutilmente la llevaba a repasar y revivir
su camino por la tierra paso a paso y detalladamente . Ahora podía entender las situaciones ocultas
que la llevaban hacia todos los eventos que marcaron su vida. Esas cosas que ni
se entienden, ni se analizan pero que son parte fundamental del gran madato
divino. Llegó a la antigua casona de los
abuelos y se sorprendió de la gran claridad con la que veía las cosas, no era
un simple recuerdo, ella estaba realmente allí, aún así tenia miedo de despegar
la vista de la casa para que no desapareciera como si fuera un espejismo. Emocionada se disfrutaba los detalles de su antigua casona. Un rechinar llamó su atención y al volver la
vista vio a sus abuelos sentados en el balcón meciendose como siempre en sus
sillones de madera. Ellos al verla se
alegraron y le dijeron “ Ay nena que
bueno que llegaste de la escuela”. Y
ella salió corriendo sentándose en la falda de la abuela. Los miraba con gran
ternura por que dentro de sí ella sabía que en cualquier momento tendría que
despertar. Aquel mágico lugar se
hubicaba campo adentro, cuidado, resguardado por la naturaleza. Con el abuelo
había aprendido a respetar a la Madre Tierra, Veía cómo generosa daba fruto al ciento por uno y desde
muy pequeña supo que esa gran abundancia que fluía de esa madre todoparidora
era para ser compartida. El ser humano tenía que con respeto posserla, razgar
sus entrañas, penetrar su intimidad y luego con el pasar del tiempo, como
cualquier mujer poseída daba a luz el fruto anhelado. --¿La tierra es mujer,
abuelo? Definitivamente mija, no hay
duda de ello., Y es nuestra gran madre, y tenemos que respetarla, amarla, cuidarla.
Las
lecciones del abuelo eran siempre interesantes y repletas de sabiduría. Había
una gran fuente de sabiduría dentro de aquel cuerpo curtido por el sol, de
andar lento y pesado. Él era el huracán que comenzaba a amainar, ella, la
abuela, era la luz tenue y vivificadora del nuevo amanecer o el ocaso.
En su
vida Úrsula estubo repleta de infinidad de símbolos visuales con significados
sorprendentes. Todo tenia un porqué. Sus
sentidos se agudizaron al máximo haciendo de su vida en la antigua casona una
inmersión a plena conciencia en el mundo oculto de las realidades dormidas. En la casona solamente
vivían sus abuelos y ella pero era un verdadero hogar donde como en todos los
lugares , fluían a través del aire sueños e ilusiones y esperanzas. Todo comenzaba en las mañanas después del
cantío del gallo e inmediatamente la abuela se despertaba produciendo con
gracia el sonido ritmico con las ollas en la cocina. Luego se desplegaba en el aire perfumando el
santo hogar aquel delicioso olor a café recién colado. Nunca podía faltar el pan sobado y
calientito, la mortadella y el queso de papa.
Para
Úrsula nunca podia faltar el pilón en forma de mano o gallinta. Qué arte tenia
la abuela para cocinar, esos olores se esparcían por todo el campo. Aún cuando
Úrsula regresaba de la escuela , desde la distancia sabía que había preparado
la abuela para cenar. –Abuela hoy hiciste
guineos maduros fritos, ¿verdad?, no mija, contestaba la abuela, hoy cociné
morcilla, mondongo, cuajito y morcilla.
– No, no, abuelita mira que estoy hambrienta y a mi no me gusta nada que
tenga que ver con las visceras de los animales- ---Ja, ja, ja, son bromas mija, hice arroz
blanco , habichuelitas guisadas pollo frito y tarannnn, guineitos maduros
fritos -. – que rico abuelita, que
rico.-
En la casona de los abuelos no había television.
No era que no lo habían inventado todavía, era que no estaba al alcance monetario de los
abuelos. Además muchas personas consideraban que era una forma de perder el
tiempo y realmente en las casas había mucho trabajo que hacer como para estar
sentados viendo television. Algunos, como los más recatados pensaban que ese
invento era el cajón del diablo y que las casas que lo poseían podían resultar
embrujadas. Esta era la época donde la inventiva suplía como gran maestra todas
las necesidades y la satisfacción se desbordaba como rios ante la obra hecha,
fuere cual fuere. Lo que sí había era un antiguo radio donde se escuchaban las
novelas del momento. La abuelita escuchaba a “Los tres Villalobos”a la 1:30 de
la tarde y luego a Leonardo Moncada,”El titan de la llanura”. La voz profunda y
melodiosa de Raúl Carbonel (padre) tenia suspirando a todas las mujeres del
barrio. Cualquiera de ellas hubiese dado lo que no tenían por ser rescatadas
por este heroe que como príncipe valiente resolvía todas las situaciones
desesperantes de la protagonista de la novela. A juzgar por la expresión de la abuelita también
vivía un secreto romance con la voz que seducía mágicamente a través del
espacio. Úrsula, de vez en cuando
también derramaba su lagrimita por aquello de complacer a la abuela. Pero lo más que disfrutaban era el programa de
Don Rafael Quiñones Vidal. Era un
programa de aficionados a la música, canto y poesía. Ahí las personas tenían la
oportunidad de demostrar su talento. ¡Cuanto hubiera dado Úrsula por estar alguna
vez en “Tribuna del Arte”y ganar en base a su talento una, dos o tres
estrellas. Su imaginación fluía sobre la música que escuchaba con suavidad y
realiasmo transportándose a “El lago azul de Ipacaraí, a la leyenda del
indiecito Guaraní, a la despedida del jíbaro que abandonaba su tierra buscando
un futuro mejor con su “Adios, adios Borinquen querida.” Muchas veces se preguntaba por que alguien
decidía irse de la patria si Borinquen era el mejor y más grande lugar del
mundo, el único mundo que ella conocía.
De allá, de aquel campo besado por Dios ,
adquirió la fe y la paz que salían a su rescate cuando ella lo necesitaba. Era cierto
que sus padres no estaban con ella, pero tenia a sus abuelos que eran el más
grande tesoro que la vida le pudo dar.
Su padre había muerto cuando era muy pequeña y su madre viajó a Estados
Unidos , como el jíbaro de la canción buscando un futuro mejor. Allá ella encontró una nueva vida, un nuevo
compañero y dos nuevos hijos.
Y Úrsula se quedó libre en el campo, llenándose
el alma de sutiles verdades y goces infinitos. Su niñez y su temprana juventud
transcurrian en paz, sin penas, ni
sobresaltos hasta que un diminuto comejen comenzó a perforar las entrañas de la
abuela. Este roble aparentemente indestructible, que se enfrentaba ante las
adversidades con aplomo y valentía, comenzaba a doblar su tronco, a desacelerar
su marcha. El cancer invadió su frágil sistema rápido y sin tregua. El medico les
dijo que ya no había remedio que todo era cosa de esperar el desenlace. Entonces
Úrsula se hizo más grande y más fuerte. Crecida ante el suplicio de la abuela y
el desmoronamiento emocional del abuelo, tomó las riendas de la familia y les
devolvío con creces todos los sacrificios , desvelos y llantos convirtiéndose
en su soporte.
Ya para los últimos días de la abuela, la incomodidad
y el dolor se habían hecho insoportables. Algunas veces caía en un profundo
letargo. Por momentos abría sus ojos y
hablaba con sus propios muertos que, decía ella, estaban a los pies de la cama
visitándola. Otras veces sonreía divertida por las travesuras de los niños
imaginarios que veía a su alrededor. Niños, ángeles, muertos, todo era una
mezcla de confusion, escepticismo por parte de Úrsula, y a la vez deseo
profundo y genuino de que allá en el lugar celestial soñado por todos , exista la vida,
la verdadera vida, donde la anhelada eternidad sea una realidad.
La abuela selló su historia con una aspiración
perfunda que tuvo por retorno un postrer suspiro. Inmediatamente se desprendió su espíritu
abandonando la materia vieja e imperfecta, para recibir su nuevo cuerpo
perfecto e incorruptible.